La creación de estas imágenes de laboratorio se basa en orientaciones estéticas subjetivas, combinadas con el interés por la ciencia y el placer de la investigación. Estas imágenes suelen revelar cualidades inusuales porque el creador de la extraordinaria calidad del color no es el hombre, y los colores no proceden de pigmentos u otros tintes. La materia prima es la luz natural que arde, con sus propiedades, sobre las cosas creadas.
Sabemos que cuando la luz atraviesa cuerpos transparentes, los rayos son como frenados y se desvían. Si tales objetos se golpean oblicuamente, la luz se refracta, poniendo de manifiesto el don más suntuoso: los colores del iris. El estudio de este fenómeno puede profundizarse utilizando instrumentos de análisis de materiales en luz polarizada.
Las composiciones básicas consisten en diminutos cristales naturales, escamas de metacrilato, vidrio facetado, mica, gelatinas... materiales que inducen la refracción de la luz. Los colores así observados pueden modificarse según criterios personales girando el segundo filtro polarizador, llamado analizador. A continuación, los resultados se transfieren a un ordenador. Las tecnologías digitales disponibles actualmente permiten imprimir archivos en alta definición y con una calidad de color muy alta.